Problemas de Alimentación

Problemas de Alimentación

La adquisición de los hábitos de alimentación se va produciendo paulatinamente. Con frecuencia, durante este periodo de aprendizaje se producen algunos problemas, la mayoría leves, que pueden llegar a ser graves si no se atienden adecuadamente.

Muchos de estos problemas, al suceder todos los días, pueden convertirse en un importante foco de conflicto que acaba afectando a las relaciones familiares. Además, en algunos casos, los problemas con la alimentación pueden generar trastornos graves de la ingesta, que afectan al peso y al crecimiento normal del niño.

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Las preferencias de los niños por algunos alimentos y el rechazo por otros se manifiestan pronto. El niño puede rechazar el biberón por el cambio de tetina, o al introducir nuevos alimentos preparados de forma diferente, por su sabor o su textura. Estos rechazos no suelen ser duraderos y lo habitual es que el niño se acostumbre a estas modificaciones. Sin embargo a partir de los 2 años estos rechazos y preferencias empiezan a manifestarse de forma reiterada por determinados alimentos, y van evolucionando con el paso de los años. Es a partir de los 8 años cuando el niño empieza a aceptar que tiene que comer de todo tipo de alimentos, y los rechazos empiezan a ser menos marcados.

Los problemas relacionados con la alimentación abarcan una extensa gama de conductas: negarse a comer, comer sólo algún tipo de alimento o forma de preparación, rechazar alimentos sólidos, formación de “bolos” tras la masticación prolongada de la carne, dificultad para tragar, escupir los alimentos que no le gustan, comer demasiado lento o demasiado rápido, vomitar después de comer, levantarse continuamente de la mesa, tirar la comida, jugar mientras se come llorar gritar, etc. Lo normal es, después de descartar los problemas médicos como responsables de estas alteraciones, encontrar que pueden ser explicados fácilmente según los principios del aprendizaje. Adquiridos por condicionamiento clásico, operante o vicario y mantenidos, en la mayor parte de las ocasiones, por las contingencias del reforzamiento.

De acuerdo con el enfoque cognitivo conductual, la intervención suele basarse en la reorganización de las contingencias que ocurren a la hora de comer. La participación de los padres resulta imprescindible. Debidamente entrenados son los únicos agentes del cambio. El entrenamiento a padres ha demostrado ser una forma efectiva y eficiente para solucionar los problemas de rechazo de alimentos en niños pequeños o con dificultades moderadas de aprendizaje.