La conducta se aprende desde los primeros momentos de la vida del niño, y conocer a tiempo las normas que rigen este aprendizaje nos permitirá educar mejor al niño y evitar problemas que puedan influir negativamente en su desarrollo personal.
Partimos de la idea central de que los padres tienen gran influencia en el comportamiento de los hijos y que este comportamiento es aprendido y puede modificarse.
Cuando el niño realiza una conducta inadecuada, si no le prestamos ningún tipo de atención estaremos contribuyendo a que abandone esa conducta. Por el contrario si queremos que realice más frecuentemente una determinada conducta deberemos reforzar su acción por medio de nuestra atención, alabanzas, palabras de ánimo, caricias, etc. En conclusión, una conducta se mantiene o desaparece según los efectos o consecuencias que se obtengan tras su realización.