Sexualidad

Sexualidad

Las “disfunciones sexuales” se definen como un conjunto de problemas de índole diversa que impiden o dificultan a la persona disfrutar de forma satisfactoria de la sexualidad. Se consideran como “disfunciones sexuales” todos aquellos problemas fisiológicos, cognitivo-afectivos o motores que dificultan a la persona el participar o disfrutar satisfactoriamente de las actividades sexuales, tales como la atracción, el cortejo, la interacción o el orgasmo.

Título

Las disfunciones sexuales pueden ser de muy distinto tipo y naturaleza

Trastornos del deseo sexual

  • Deseo sexual hipoactivo
  • Trastorno por aversión al sexo

Trastornos de la excitación sexual

  • Trastorno de excitación sexual en la mujer
  • Trastorno de erección en el varón

Trastornos orgásmicos

  • Trastorno orgásmico femenino
  • Trastorno orgásmico masculino
  • Eyaculación precoz

Trastornos sexuales por dolor

  • Dispareunia (no debida a una enfermedad médica)
  • Vaginismo (no debida a una enfermedad médica)

Otros trastornos no específicos

  • Trastorno sexual no especificado.

En la mayor parte de los casos, las disfunciones sexuales suelen ser el resultado de un conjunto variado de factores, que de forma más o menos importante, facilitan su aparición, desarrollo y mantenimiento. Se suele distinguir entre factores etiológicos de índole psicológica y factores de tipo orgánico o físico. Sin duda algunos trastornos sexuales se manifiestan como consecuencia directa de trastornos orgánicos, tales como la diabetes, la hipertensión; así como a partir de la ingestión de ciertas sustancias (antihipertensivos, alcohol, o barbitúricos); o, incluso, como resultado de ciertas intervenciones quirúrgicas. Pero también es cierto que la forma en que la persona y su pareja reaccionan ante la disfunción en estos casos, puede condicionar drásticamente su ejecución y su satisfacción sexual. En la mayor parte de los casos no llegan a identificarse factores orgánicos específicos que puedan explicar la aparición y/o el mantenimiento de la disfunción sexual. Por ello, suele otorgarse una mayor relevancia a los factores psicológicos para explicar la aparición y desarrollo de una disfunción sexual. Teniendo en cuenta todo esto, la actuación clínica deberá considerar siempre un enfoque bio-psico-social dado que, en una gran parte de los casos, no será posible distinguir con precisión entre una etiología exclusivamente física y una causa psicológica o social, ni hasta que punto alguna o todas ellas están actuando de forma dependiente o aislada en una determinada disfunción.

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Como factores psicológicos o sociales se incluyen, en general, todos aquellos aspectos referentes a una inadecuada educación, formación o experiencia sexual. La falta de información, un inadecuado establecimiento de objetivos, la ausencia de conductas apropiadas de interacción sexual, o el desarrollo de respuestas de miedo y ansiedad que pueden alterar el ciclo de la respuesta sexual son los factores etiológicos más frecuentes.

Entre los factores de tipo físico, biológico u orgánico, que pueden dar lugar a la disfunción sexual, se incluyen los síntomas de diversas enfermedades, las consecuencias de intervenciones quirúrgicas o los efectos de determinados fármacos o drogas.

El objetivo prioritario de la terapia sexual es crear o restablecer el bienestar y la satisfacción sexual de ambos miembros de la pareja, entendiendo el bienestar y la satisfacción como un estado personal resultante de un amplio conjunto de conductas, en que es muy importante la forma en que la persona percibe y valora su actividad sexual.

Terapias

La mayoría de las terapias sexuales suelen estructurarse alrededor de cuatro fases fundamentales

Fase I

“Evaluación y diagnóstico de la disfunción”: Implica el uso de instrumentos y técnicas para identificar el problema y las posibles causas o determinantes de su aparición y mantenimiento, incluyendo la identificación de conductas sexuales adecuadas, así como el establecimiento de los objetivos de la intervención.

Fase II

“Información y educación”: Se trata de facilitar la adquisición de una adecuada formación e información sobre la sexualidad. Discutir ideas erróneas, ofrecer información, modificar creencias son tareas que se abordan en esta fase.

Fase III

“Tratamiento específico”: Se utilizan técnicas y procedimientos orientados a conseguir los objetivos específicamente sexuales, como el uso de fantasías, reducir la ansiedad, o controlar respuestas específicas como el reflejo eyaculatorio o el espasmo vaginal. Asimismo se trabajan objetivos relacionados con el funcionamiento de la pareja, como la mejora de la comunicación o el incremento de la intimidad.

Fase IV

“Valoración y seguimiento”: En esta fase se evalúan los resultados, se establecen procedimientos para facilitar el mantenimiento y prevenir la reaparición del problema.