Alimentación

Alimentación

La anorexia y la bulimia nerviosa son dos trastornos de la conducta alimentaria que han experimentado un espectacular incremento en las sociedades industrializadas. Están asociados a una idea sobrevalorada de la delgadez, a una excesiva preocupación por el peso y a un miedo desproporcionado a engordar que alteran de forma notoria las conductas de ingesta y facilitan la aparición de comportamientos anómalos cuya finalidad es evitar la ganancia de peso.

Anorexia nerviosa

  • Pérdida significativa del peso corporal, consecuencia de la decisión voluntaria de adelgazar y que se consigue con una restricción drástica de la ingesta, ejercicio físico excesivo, vómitos o abuso de laxantes.
  • Intenso miedo a ganar peso, a pesar de que se adelgace.
  • Alteración de la imagen corporal, se sobrevaloran las dimensiones del propio cuerpo y se exagera la importancia del cuerpo en la propia valoración, la autoestima depende del cuerpo y la figura.
  • Presencia de importantes alteraciones físicas que dan lugar a la aparición de amenorrea en las mujeres y a pérdida de interés y potencia sexual en los varones

Bulimia nerviosa

  • Frecuentes episodios de ingesta de grandes cantidades de alimentos en un corto periodo de tiempo (atracones), con la sensación de no poder controlar su conducta, de no poder parar.
  • Estos episodios van seguidos de intensos sentimientos de autorrepulsa y culpa que originan conductas como inducción del vómito, abuso de purgantes, restricción alimentaria, ayuno autoimpuesto (no tan drástico como en la anorexia nerviosa), a través de las cuales el sujeto trata de mitigar los efectos del atracón.
  • Gran preocupación por la silueta y la pérdida de peso, aunque los sujetos se mantienen con un peso normal.

El tratamiento de la anorexia nerviosa debe centrarse en restaurar el peso y mejorar las condiciones físicas del sujeto; modificar las creencias disfuncionales respecto a la comida y el peso; mejorar la imagen corporal; mejorar la sintomatología asociada al trastorno (síntomas depresivos, de ansiedad, obsesivo-compulsivos, etc.); mejorar las relaciones familiares y sociales; y prevenir las recaídas.

Dado el estado de desnutrición que presentan algunos de estos pacientes, lo primero que hay que decidir es si el tratamiento debe realizarse en régimen ambulatorio o si el paciente debe ser ingresado. Esta decisión ha de tomarse teniendo en cuenta la gravedad y complejidad del trastorno.

En cuanto a la bulimia nerviosa, la propuesta de tratamiento está estructurada en tres fases:

  1. Introducción de un patrón de comidas regulares.
  2. Eliminación de la restricción alimentaria y modificación de actitudes disfuncionales respecto a la comida y al propio cuerpo.
  3. Mantenimiento de los logros terapéuticos y prevención de recaídas.

Normalmente el tratamiento se hace en régimen ambulatorio, aunque se aconseja el ingreso hospitalario en caso de riesgo para la salud.

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